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OPINIÓN

“El gran teatro de Claudia y ‘Tío Richi’: mientras tú ves el pleito, Morena arma la jugada maestra” por Emilio López 

Más allá de toda especulación y de las opiniones de “expertos”, ya sean opositores al gobierno o los que comen del gobierno, el conflicto Claudia vs. Ricardo Salinas Pliego por el pago de impuestos no es casualidad. Por supuesto que es necesario pagar impuestos y todos somos iguales ante la ley, pero cuando hablamos de alguien de ese nivel, vale la pena preguntarse por qué a él sí y a otros no.

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A lo largo de la historia –y aunque le disguste a los cuatroteístas– han surgido empresarios favorecidos por el poder, y en estos últimos siete años no es la excepción: ahí están Amílcar Olán, el clan Hank (sí, los herederos del “profesor”, ejemplo clásico de corrupción), Humberto Armenta, Aldo Díaz y un largo etcétera. Todos ellos han incrementado sus riquezas, evaden o simulan el pago correcto de impuestos y desvían recursos. Entonces, ¿por qué a ellos no se les toca y a Salinas Pliego sí?

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Sería muy simplista pensar que es solo porque el famoso “Tío Richi” se puso en contra del gobierno con declaraciones altaneras y muy mediáticas en redes. Con tantito sentido común, la pregunta es: ¿de verdad tendría necesidad de hacer eso? La respuesta evidente es no. Y tampoco se trata de santificarlo: hay cientos de artículos, libros y pruebas que muestran que está lejos de ser un santo. Pero, entonces, ¿por qué se volvió el enemigo favorito?

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Hay dos opciones: o todos estamos cayendo en un gran teatro digno de Broadway, donde se simula un conflicto y se construye a un villano millonario, de lenguaje arcaico, enfrentado a una heroína que recibe consejos “desde el cielo” llamado Palenque; o de plano preferimos no ver que este pleito sirve para polarizar. Es el guion perfecto: pobres de “pobreza franciscana” contra quienes se sienten de sangre azul y los que sueñan con pertenecer a esa casta (que, a estas alturas, ni las que había en la Nueva España existirían). Al final, todo se reduce a discurso, a un conflicto creado para dividir más y fraccionar el voto.

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Ahora, la pregunta para la presidenta: ¿de verdad una mandataria con un poder tan abrumador necesita recurrir a esto? Tiene un Senado a modo, una Cámara de Diputados a modo, un Poder Judicial cada vez más alineado, y casi 35 millones de mexicanas y mexicanos recibiendo algún programa social (la misma cifra aproximada de los votos con los que ganó), sin contar los programas locales en los 24 estados donde gobierna su partido. Con esa base, la ruta para ganar es bastante sencilla. Además, hay otros empresarios con relaciones tensas con Salinas Pliego; ¿realmente necesitaría la presidenta montar este show? De nuevo, la respuesta sensata es: no.

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Se dice que cuando le iba bien con AMLO, Salinas Pliego “ni pío” decía. Pero incluso ya “confrontados”, sus empresas aumentaron alrededor de 30 % sus ganancias.

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Diré, con palabras del propio expresidente López Obrador: “tonto es aquel que piensa que el pueblo es tonto”. No seamos los tontos que ellos creen. Cuesta trabajo creer que Claudia sea tan ingenua como para mandar una mala señal internacional atacando políticamente a un magnate de este tamaño justo cuando la inversión extranjera ha caído, la confianza internacional es frágil y está a la vuelta la revisión del T-MEC. Todos sabemos que Salinas Pliego es un deudor y un auténtico gandalla, pero en la realidad del mundo actual no es un jugador pequeño como para usarlo en un simple espectáculo.

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En política no hay casualidades, hay causalidades. De fondo, esto termina polarizando más el voto:

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°  Un PAN decidido solo a sobrevivir, que podría quedarse con un 7–9 %,
°  Un PRI al que ya casi le desconectan el respirador, pero que aún rasca un 2–4 %,
° Un candidato de ultraderecha que, por más polarización que exista, difícilmente rebasaría el 15 %,
°  y un MC rondando el 8 %.

Si sumamos, hablamos de entre 32 y 36 %. ¿Quién gana con esa fragmentación? La respuesta es evidente: MORENA. Centran el pleito en lo nacional, pero no en lo local, que es justamente donde podría construirse un verdadero contrapeso.

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“Nada, en política, es definitivo aunque todo en política, a nuestro estilo, es posible.”
– Luis Spota, Palabras mayores

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